Vuelvo a echarte de menos.
Empiezo a pensar que ese es mi
estado civil, emocional y el único estado en el que puedo permanecer.
Supongo que ahora tengo doble nacionalidad, a pesar de que
ya no entiendes mi idioma
y es por eso por lo que me duele tanto no encontrar
una embajada en la que puedas socorrerme
o lo que es lo mismo: salir a buscarte, y rebuscarme, entre tus brazos una vez más.
No he vuelto a querer, ni a besar (con el alma).
No he
vuelto a ser la víctima perfecta de esa guerra a la que me encanta entregarme
, cuando se trata de amor,
no he vuelto a llorar besando otros labios y toda la
culpa es mía.
Mía por lamerme las heridas con las mismas ganas con las que un
día entre beso y lagrima creí besar el mar.
Mía,
por matarme en cada espera,
por creer que te pondrías en
medio e impedirías que la verdad me estallase en los ojos,
los mismos que
vivían ciegos de tanta luz que creía que eras.
Vuelvo a echarte de menos pero ya no hay un “ven que te
espero despierta”,
ya no espero ver mi vida retroceder ni verte apareciendo en
mi puerta.
Ya las cuatro de la
mañana no significan nada en ese libro que quise que llevara un nosotros. Ya no
soy quien dice somos.
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