domingo, 12 de octubre de 2014

De domingos sin abrigo

Crezco, me caigo y me levanto cada cinco minutos,
 me dicen arriba cuando yo ya he levantado los brazos.
 Me entrego, me inmolo y te lloro, 
como si en esta batalla tú nunca pudieras salir herido. 

Te odio,
 te abrazo 
y me pierdo en la misma cama donde un día amé tu piel mientras destrozabas la mía.

Imagino tu piel en otros brazos, tus ojos brillando en otro cuerpo
 y las agujas del reloj que me gritan que hace demasiadas horas desde la última vez,
 acaban clavadas en mi pecho sin que el aire ni tus abrazos me vengan a socorrer.

Imagino tus manos creando amor en otro cuerpo. 
Te odio,
 te extraño 
y me ahogo.
 Te he visto en los ojos de todos los que me rodean, 
he escuchado tu voz entre las sábanas 
y en este maldito domingo


 no te he visto volver.

lunes, 28 de julio de 2014

Uno sin ti, cero conmigo

Este es mi primer día sin ti.
Y no puedo explicar cómo me duele que ya no quede un nosotros. 
He sobrevivido. He llorado, bebido, dicho tu nombre y he gritado.
Bajito. Para mí. 
Porque me duele la voz que no me sale y me escuecen los cristales que ahora forman mi pecho. 
He sobrevivido. Pero no he amado, ni un solo segundo de este día sin nosotros. No he amado ninguna sonrisa ajena, ningún perfume, ni siquiera estoy amando esta noche. No volveré a amar, lo prometo.
No con la misma piel, con la que me envolvías los sueños y de la que ahora estoy desnuda. 
Frágil.



En carne viva.

jueves, 15 de mayo de 2014

Vuelvo pero que no vuelva.


Vuelvo a echarte de menos. 
Empiezo a pensar que ese es mi estado civil, emocional y el único estado en el que puedo permanecer.
Supongo que ahora tengo doble nacionalidad, a pesar de que ya no entiendes mi idioma 
y es por eso por lo que me duele tanto no encontrar una embajada en la que puedas socorrerme 
o lo que es lo mismo: salir a buscarte, y rebuscarme, entre tus brazos una vez más.
No he vuelto a querer, ni a besar (con el alma).
 No he vuelto a ser la víctima perfecta de esa guerra a la que me encanta entregarme
, cuando se trata de amor,
no he vuelto a llorar besando otros labios y toda la culpa es mía.
Mía por lamerme las heridas con las mismas ganas con las que un día entre beso y lagrima creí besar el mar.
Mía,
 por matarme en cada espera, 
por creer que te pondrías en medio e impedirías que la verdad me estallase en los ojos,
los mismos que vivían ciegos de tanta luz que creía que eras.

Vuelvo a echarte de menos pero ya no hay un “ven que te espero despierta”,
ya no espero ver mi vida retroceder ni verte apareciendo en mi puerta.


 Ya las cuatro de la mañana no significan nada en ese libro que quise que llevara un nosotros. Ya no soy quien dice somos. 


Tweets por @PeeennyS