Hasta que pase la tormenta

Se ha levantado, ha cogido su ropa, se ha vestido y se ha marchado sin hacer ruido.

Lo ha dejado allí dormido, creyendo tenerla cerca, esperando levantarse a su lado.

Duele.

Ella siente como le duele, como le falta el aire, como tiene miedo.

Ha salido sin saber muy bien a donde iba, caminando sin rumbo, fumándose un cigarrillo.

Solo son las tres de la madrugada o al menos, lo eran al salir de casa.

Ha caminado por calles, calles con vida propia, con un papel en la historia de su vida.

De su vida juntos.

Se ha visto riendo a carcajadas bajando una calle por alguna tontería de él.

Algún beso de despedida aquí o allá

Un banco, una fuente, el escaparate de aquella tienda…

Se ha echado a reír al recordar una riña en medio de aquella calle. Ha cerrado los ojos al recordar lo que vino después, su manera de enterrar el hacha de guerra.

La reconciliación.

Una ciudad que habla de ellos, de luces, rincones, momentos…

El

Que le ha sorprendido desde el momento en que lo conoció

Que ha sabido hacerla reír, verla llorar, calmarla…

Que conoce cada lunar de su cuerpo, que nunca trato de atarla

Estúpida

Ella.

Que lo quiere, que lo sabe, que tiene miedo al amor, que bajo la guardia, que vivió cada momento.

Recuerda lo que paso antes de salir de la cama.

El recogiéndola en la estación, su sonrisa, la forma de apretar las manos en un beso, sus carcajadas y sus estúpidas ocurrencias, las ganas de verle, de besarle…

Unas de sus cenas románticas, al menos para ellos, refrescos, unos bocadillos, algún rincón nuevo al que nunca le dieron importancia…

La rapidez por encontrarse cuerpo a cuerpo, después de la distancia, las prisas del principio, la ternura y eternidad de después.

Ella recuerda cada beso, caricia, aun recientes en su cuerpo.

Su forma de mirarla.

El

Después ríe y vuelve tras sus pasos…

Hoy no quiere correr, no quiere alejarse, no mientras lo lleve tatuado en la piel.

Amor, sin duda todo o nada.

Una palabra tan simple

Algo que nadie supo describirme.