Quien dijo no...

- Creo que te quiero. Tengo que hacerlo de alguna manera aunque sea de locos.

- No hay nadie más loco que nosotros.

- Pero es absurdo todo esto, todo este rollo, todas las vueltas que damos y el juego que nos traemos.

- No es absurdo, es perfecto, es algo que he llegado a necesitar.

- ¡Pero me siento como una tirita que remienda tus heridas, como un pañuelo que limpia tus lagrimas y como alguien que solo te ayuda y nada más! Siento que esto solo tapa los agujeros de mis vacios, que solo estamos aquí para curarnos el uno al otro, que esto solo llevara a hacernos daño, tu la quieres, la esperas, para ti el mundo es ella, ¿Y yo? Yo le quiero a él, y mi mundo no tiene nombre, yo no sé que quiero ni a quien espero.

- Sabes que cada palabra que has dicho es mitad mentira, sabes que detrás hay algo más, podías haber buscado otro y yo haber elegido otra tirita, pero una y otra vez volvemos a caer en este juego.

Este juego ya no es simple, estamos atados a él y lo mejor es que es algo voluntario. Es tan simple como que tú me quieres y yo no sé no hacerlo.

Es tan simple como que mientras que tú no sabes a quien esperas, yo he dejado de hacerlo y quiero mezclarme contigo.

No quiero ser tu tirita, ni un pañuelo que limpie tus lagrimas, quiero que seas la luz que cure mi ceguera, quiero ser el abrazo que necesites.

- Se supone que ahora tengo que hacerme la loca y seguir jugando ¿No?

- ¿Por qué no? te gusta tanto como a mí. Es absurdo pero me gusta sentirme así, loco de nuevo, loco como nunca. Me gusta la locura de sentirte asi.