Temo a las horas.

Me duele el silencio.
Te trae cada noche, me hace sentirte.
He leído cada letra que llevaba tu nombre y solo he visto lo mucho que ha crecido todo.
Yo escribí el principio de esto, los intermedios, los vacios y casi ningún lleno.
Yo escribí de ti, de tu llegada, y no se qué letras ponerle a tu salida.
Empiezo a hacerme a la idea y pesa.
Odio el silencio porque es el único que no se calla. Aunque suene irónico es el único que me habla de ti.
Y sonrió, estoy viviendo, vuelvo a ser yo, sola y el mundo, andando de puntillas, pegando saltitos, cogiendo carrerilla. Yo, absurda.Absurda porque al reír quiero que me veas, absurda porque al vivir quiero que lo hagas conmigo, absurda porque la soledad me pide que vuelvas, absurda porque prefiero pisarte que andar de puntillas, absurda porque en cada saltito me alejo de ti.

Y es punzante la idea de no saber qué piensas, me agobia no saber que sientes, me enfado al saber que tengo miles de preguntas, que me debes una explicación y que no quiero pedírtela.
No controlo el cuerpecito cuando apareces en mis recuerdos, es de locos imaginar cómo responderá al verte.




Aparece de la nada robándome la calma.
Dejando un vacio extraño en mi cuerpo.
Demasiadas preguntas.
Aparece cuando menos lo necesito.
Dejándome la sensación de haberlo tenido todo, sin saber.
Atalo, quédalo contigo, dile que hoy no lo necesito.
Dile a tu recuerdo…