Abre los ojos.

Esta noche he inventado un mundo para ti.
No hay normas, no hay tiempos, no hay que decidir.
Estas dentro.
La única condición que pongo son las sombras. Este mundo necesita esas sombras para vivir. Es frágil, etéreo.
Dentro te prometo un momento sin pensar, un molde a tu antojo, un puente para olvidar aquello que te hace sentir así.
Te regalo ese momento y no espero nada de ti a cambio. Es mi manera de decirte adiós, no me atreveré a hacerlo de otra manera.
Abrázame.
Y con el tiempo, prometo recordar ese abrazo cada vez que alguien te nombre.
Abrázame, que para mí es tu forma de regalarme el mundo.
Abrázame y el tiempo dejara de tener la importancia que siempre quieres darle. En mi mundo no existen más relojes que el latido de mi corazón.
Deja de ser el conejo blanco que corre con un reloj en la mano, agarra la mano de Alicia y piérdete en este mundo de maravillas.
Regálate un minuto, regálate un impulso.

Te veo demasiado preocupado. Tus ojos parecen empañados y hoy es nuestra última noche.
Quisiera regalarte dos minutos que te llenen de vida, que te hagan recuperar el aire y te enseñe a vivir en sonrisas, pero creo que contigo no tengo ese poder.
Quisiera volverte loco, para que veas que el mundo está más lleno de color así, quisiera al menos que desearas esos dos minutos.
Es el único regalo que puedo darte: un mundo de locos, una sonrisa llena, dos minutos más, un lazo alborotado y un segundo eterno que no borrare nunca.
A veces quisiera que no fueras sensato, creo que la sensatez en grandes cantidades puede ser una enfermedad. Y esta mañana me he levantado con ganas de curarte.