Inocentes quienes rezan para acabar
en el cielo,
sin saber que en el infierno de tu
piel he encontrado el paraíso.
Religión encontré en tus despedidas
y me declaré atea sin tu
regreso.
Hablan de distancia en kilómetros como
si desde esta punta del mapa pudiera
importar a cuantos dichosos números estés de mi.
Desde aquí lo único que cuento son
los besos que no te di
y las curvas que me marean
son aquellas que esta noche
no recorreré por tu cuerpo.
Ese infierno que encontré en tu piel
y que tanto busco
no es más que el paraíso
arrebatado en un mordisco indecente.
Y por paraíso me refiero a tus manos,
subiéndome al cielo sin salir
de esta habitación,
haciéndome creer en siete religiones
nuevas
con tres comunes mandamientos:
Buscaré tu piel entre las suyas,
por encima de todas mis
fuerzas.
Caeré en la tentación
tantas veces como aparezcas,
convirtiendo el pecado en historia
y la historia en tus deseos.
No codiciaré amor ajeno
si al final del día
mi único ruego es que la noche,
que vuelvas, desconozca lo que es un final.
Me alegro que vuelvas a encontrar las ganas para escribir =)
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